viernes, 20 de noviembre de 2009

Be careful what you wish for!



Uno se pasa toda la vida deseando cosas. En mi caso, volar. (Casi) Nada me provoca tanto placer. Lo disfruto con una intensidad similar a la de las pizzanesas. Sin embargo, últimamente, la rutina está haciendo mella en el entusiasmo y el encanto.

Hoy me “desperté” a las 4. (Cómo hace uno para despertar cuando no duerme?). Me subí a un taxi luego de besar a Juli mientras dormía y me fui a Ezeiza. Allí, con un humor similar al olor a queso camembert, me subí a un A320 con destino a Lima, destino final Cuenca, Ecuador.

No tenía ganas ni de dormir. Estaba sentado en un estado emocional que solo mi amigo Santi puede describir correctamente: “estaba tan pasado de sueño que tenías ganas de llorar” y la verdad es que en medio de todo ese bodrio, volar no está tan bueno.

Finalmente y luego de un desayuno como la gente logré dormir. Cuando desperté estaba en otro lugar. El asiento parecía más cómodo, más ancho. Las azafatas ya no tenían la cara deformada como en el video de “Black Hole Sun” y la gente ya no parecía molestarme tanto como cuando subí.

Así que en un ratito nomás comenzó el descenso. Ya a esa altura era momento de CompiRonos. Uno tras otro, obvio. CompiRonos y mi pantalón marrón son el único ingrediente indispensable para vuelos que requieren pasaporte. (Sí, Rono y otra muestra más de que su condición de freak jamás aminora, solo se camufla).

Y cuando ya estamos en plena caída, el avión parece descansar sobre un colchón de nubes casi perfecto. Y en ese preciso momento Rono tiene un flashback de aquellos. Recuerda que en 1999 Rono voló por encima del mismo colchón, a la misma hora del día, en el mismo lugar y casi en la misma época del año.

Parece recordarlo todo. Recuerda el rock de aquellas épocas y mientras tanto suena ese tema de los Sigur Ros que habla de tocar eternamente. Y Rono parece estar viendo la misma imagen. Ya estamos a mitad de camino en las nubes y Rono confirma la sensación. Cuando las nubes despejan, la postal del Callao, la bahía y sus barquitos no tan diferentes a los que amarró San Martín está ahí, intacta.

Al momento de aterrizar suena “pace is the trick” de Interpol. Existe un nombre de tema más apropiado a la hora de aterrizar un avión con ciento y pico de tipos encima que “pace is the trick?”. Dificil.

Y terminamos aterrizando. La gente se para como siempre (y Rono se pregunta por enésima vez “para qué?”), las azafatas se esconden como siempre, dicen las cosas de siempre, se acercan al avión los laburantes de siempre y sin embargo, a pesar de tanta monotonía, Rono sigue disfrutando igual. Pensé que no, pero era solo cuestión de sueño (falta de). Ahora a buscar otra puerta, otra sala de espera y que no decaiga.

martes, 3 de noviembre de 2009

Depende



Tengo que reconocerlo: esto del futbol argento y la TV pública me cayó como el orto. Me resulta incomprensible la manera en que el gobierno decide malgastar 600 millones de pesos en algo que la gente necesita mucho, pero mucho menos que comida, vacunas y guardapolvos, por nombrar 3 de una lista de no menos de doscientos (mil).

Es cierto, a su vez, que Rono siempre fue un dandy de DirecTV, codificados y demás formas de diversión para pocos. Y acá, en esta última palabra, es donde me detuve hace un par de semanas a pensar que, quizás, a lo mejor, a alguno que otro "empresario" se le puede haber ido un poquito la mano con esto de ver los goles los lunes a las 00:01 por primera vez durante el fin de semana.

VGT (léase vejete), está viviendo sus horas más felices. A su 83 años, disfruta semana a semana de su Ñuls querido y hace un par de semanitas nomás, vio su primer Boca - River en su casa. Esta realidad, la de esos tantos que como VGT no disfrutaban de un lindo espectáculo a no ser que apoyaran la ñata contra el vidrio de algún bar, no me cae tan como el orto. Más bien, todo lo contrario.

Es decir, me gusta lo del fútbol universal, no me gusta la manera en que llegamos a él. Si había otra forma? Seguro que sí. Si había otra forma tratándose de este matrimonio que dice gobernarnos y pierde a trompada limpia en las urnas? Probablemente no.

Por lo que después de todo, y con tal de ver a VGT así de contenta, al tanto de todo y pendiente de eso como de ninguna otra cosa en esta vida, Rono agacha la cabecita y piensa "Si los 600 palos salen de nuestros bolsillos como para que nadie más que la gente los disfrute, bienvenido sea".

No va a ser la primera ni la última no verdad a la que Rono se va a tener que acostumbrar a los golpes.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Un largo camino a casa



Rono ya escribió cientos de palabras acerca de la no pertenencia a un lugar específico producto de viajar y descubrir nuevos horizontes. También escribió otras tantas acerca de la amistad y a la importancia de la gente que a uno lo quiere bien en nuestras vidas.

En este mes y medio que Rono pasó sin postear pasaron muchas cosas. Entre ellas, Juli y Rono terminaron en Mendoza. Sí, Mendoza, aquella ciudad que contaba con las mismas probabilidades de que Rono regrese a ella que un tsunami en el Valle de la Luna. Sin embargo, "against all odds", como dicen los viejos vecinos de Rono, aquí está. Sentado, posteando en una tarde de calor y ausencia de humedad tan típica de esta parte del mundo.

Entre las particularidades de esta "vuelta" una de las que más se destaca, además de la improbabilidad, es la adaptación al hábitat. Juli, una chica acostumbrada al primer mundo, hoy trabaja en un paraje de menos de mil habitantes, en la industria más típica y tradicional de la zona. No, no tiene las patas metidas en un tacho pisando uva, pero por ahí anda. Rodeada de palabras como "Malbec", "mosto", "vasija", "roble" y otras tantas que jamás imaginó tan cercanas ni cotidianas.

Lo de Rono no cambió demasiado. Lo de siempre, usar la palabra como arma y la cabeza como arsenal, aunque cada vez más cerca de parecerse a un ser humano y no tanto a un libro. Rono también está conociendo el lugar. No tanto como Juli, pero por ahí. Sufriendo con la tierra (el polvo, para ser más preciso) casi tanto como Juli también y sin terminar de acostumbrarse a ciertas "cositas de color" como que todos los nombres, de toda la gente, empiezan con solo dos letras: E y L, por el y la.

La ciudad que él dejó atrás no tiene mucho que ver con esta a la que se mudó. Y no porque los cambios hayan sido tan notables, sino más bien porque su vida lo pone en otro lugar. La ciudad que Rono dejó atrás era un lugar donde un (post) adolescente recién recibido de una profesión que nunca amó no lo cobijaba y la necesidad de revisar otros horizontes era simple y llanamente vital. Hoy, la realidad es otra. Rono es un señor grande. Tiene muchas canas - aunque más pelo del que imaginó cuando niño - y ve la mayoría de las cosas de otra manera.

Se divierte con lo aburrido. No putea a las cosas (aunque jamás podría dejar de hacerlo con la gente) que no son como deberían y trabaja en algo que provoca reacciones en la gente. Y hasta juega al golf. Sí, Rono vive en la Argentina y juega al golf! Y no es político! (una profesión que encajaría perfectamente en la descripción, con la salvedad que, además, implicaría el delito como única práctica validada por la sociedad).

Así es señoras y señores. Hoy, Rono vive en Mendoza otra vez. Pero en una Mendoza de grandes. De casados. De padres. De profesionales. De gente que sí ve al hambre, la inseguridad, la falta de decencia y todas esas cosas que espantaron a Rono alguna vez, solo que no se lo toma de la misma manera. Tampoco se resignan. Simplemente intentan encontrar la belleza en las cosas.Y disfrutan de los que los quieren bien. Una de las poquísimas razones que lo tiene a Rono mirando la montaña y no a un par de edificios de treinta y pico de pisos al borde de un charco con agua de río mezclada con mar.