Cancalpina, el único galáctico del matambre a la parrilla, me mojó la oreja esta semana con respecto a la pobreza de mi post anterior. Mea culpa. Tania dice que Rono salió del closet. Algo de cierto en eso también hay. También es cierto que podría haber “adornado” un poquito más al post con alguna que otra postal de La Boca y de la travesía que implica hacer trámites en Boca y hubieran aumentado las chances de Rono de agradar y seguir esparciendo glamour. Todo es cierto, hasta cierto punto, también.
Sin embargo, hubo otro comentario de Cancalpina, luego de su periplo por la incomparable (en cualquier sentido posible del término) Texas, que me dejó pensando aun más. Cancalpina dixit: “En mi poca experiencia de expatriado si hay algo que cada vez se me afianza más es la idea que la gente en Argentina realmente vale la pena. Digamos, familia más amigos. Y eso es así. Mucha gente te dice que no, que amigos te haces en todos lados. No lo niego, pero esa simpleza de la gente que implica que no es necesario pelar agenda con tres semanas de anticipación para acordar juntarse...no sé si esta en todos lados”.
Más allá de lo mucho o poco que uno pueda estar de acuerdo con esta afirmación (Rono asiente con la cabeza en señal de aprobación), lo que refleja es algo que encierra una paradoja en sí misma: mientras más (lugares) conocemos, más nos cuesta decidirnos por uno. Esto que resulta obvio para algunos, no lo es tanto para otros. Muchos dirán “Paris, no, Paris, me quedo ahí toda la vida!”. Puede ser, pero los más inconformistas, los que nunca dejamos de buscar el pelo en la leche, siempre sentimos que sí, los lugares nuevos nos agregan cosas, nos refrescan, nos fortalecen (como el tamaño de las porciones en Texas), nos alegran y todo eso, pero al mismo tiempo, casi en simultáneo nos plantean el tremendo desafío de resignar otras cosas, igual de interesantes y eso nos perturba.
Tampoco se trata de envidiar a los que no se debaten nada. Eso sería tan triste como desear tener una sola camisa o comer todos los días lo mismo. Lo que sí es cierto es que los del club de exilio por voluntad propia nos pasamos unos cuantos minutos debatiéndonos entre cosas que ellos, por desconocer, invierten en actos más productivos.
Rono, Cancalpina, Juli, Xavi, Tania y los que somos de la raza aeropuerto por elección propia, masoquistas de la expatriación y el destierro, tampoco nos las pasamos mal. Para nada. Pero uno nunca deja de revisar esa paradoja tan compleja. “Mientras más conozco, menos sé donde quiero terminar” dice otro, por acá, asumiendo su falta de carácter, pero al mismo tiempo, entendiendo que, inexorablemente, uno opta y al optar corta, filtra, deja afuera, ahoga y silencia miles de sensaciones propias de lugares y de cosas que nos pasaron ahí.
Espero sepan entender.
(Este post está dedicado a todos aquellos que en un esfuerzo por convertir sus vidas en algo que realmente valga la pena, cometen actos de locura como abandonar el lugar que aman y complicarse la vida mudándose a otros mucho más atractivos, aunque sin ese nosequé de la espontaneidad y el desorden)
3 comentarios:
(Me tocaste el tuétano, Juampi.)
Iba a poner en el post anterior --el de Boquita--, medio en chiste medio en serio: "Se ma cayó un ídolo".
I'll rephrase, your Honour:
Paul Theroux, un escritor al que ando persiguiendo, dijo en una entrevista: "Un turista viaja para pasarlo bien, los viajes de verdad se hacen para pasarlo mal".
Creo que esa cita resume mi postura al respecto: con la Rubia lo hemos pasado mal, lo estamos pasando mal ahora, en cierta forma, por lo que perdimos, y por lo que dejamos de ser al venirnos de BCN (uno no viaja entero, hay pedazos de uno que se quedan abajo del avión).
PERO, si no la hubiera pasado mal, no habría vivido lo que vivi, ni sabría lo que sé, ni tendría los amigos que tengo. Entonces, trato de apechugar porque creo que pueden venir cosas buenas que ni yo sé qué son.
En el fondo, no quiero que el miedo guíe mi vida (miedo al cambio, a dejar la mesa de algarrobo lustrado, a perder afectos, a no conseguir laburo, a trabajar de cualquier cosa...). Mi vida la quiero guiar yo.
No ser ya de ningún lado es parte de la pelusa del durazno que elegiste, Juampi y brindo por eso.
Un abrazo grande,
Xavi
Mi querido anónimo no anónimo, aunque paradójico, me alegra lo de "se me cayó un ídolo" porque esa era la intención última del post. Rono vivió más de 6 años en Truman Show y, de a poco, se está empezando a ensuciar los zapatos con caca (literal). Y ser bostero involucra tanto de lo que no existe en aquel primer mundo que Rono decidió suspender que no encontré mejor manera que simple y llanamente, subir un post de mierda.
Y sí, un brindis por los que viajamos para gozar sufriendo.
A veces me da la sensacion que estas leyendo mi diario personal, o que hay una camara oculta documentando nuestras conversaciones de algunas noches por semana. Si no fuera tu blog le hubiese puesto mi firma ahi abajo y te "choreaba" los derechos del autor.
Me hace bien saber que alguien ahi afuera siente lo mismo que yo...
"la gente en Argentina realmente vale la pena"...Amen a eso! somos gente muy sociable pero aqui tenes que recorrer la segunda milla para juntarte con los amigos, en Argentina, un matecito era la excusa perfecta para dejar la locura de la vida y disfrutar de la compañia...mate y semitas! aun cuando estabamos a fin de mes y todos bien pobres.
Muy bien puesto en palabras "Rono" al final ni siquiera se quien sos!
ahhh! wait si se quien sos, sos un bostero ahora! he-he
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