viernes, 5 de noviembre de 2010

Buscando desesperadamente a Rono



Casi seis meses pasaron desde la última aparición online de Rono. El clamor popular, la radio-pasillo, rumores de posibles enfermedades terminales, enredos de cama, affairs con estrellas de Hollywood y demás razones hacen que hoy Rono decida tomar el toro por las astas y responder a tantos interrogantes de la manera que mejor sabe hacerlo: no respondiendo nada.

No voy a enumerar los hechos, ni públicos ni privados, que acaecieron desde aquel último post de mayo. En ninguno de ellos está la razón de tamaño parate. Nada podría explicar semejante huelga de palabras. Simplemente decir que la motivación a veces puede ser una mina bien putita. De esas que sólo seduce, de una manera extremadamente sugestiva, sin llegar a concretar nada. Así es como funciona mi motivación últimamente. Pega panfletos, escribe en los fanzines de mi cabeza acerca de cosas que van a pasar, pero cancela el show en el último segundo.

A veces, la vida nos pide un break de nuestra agobiante rutina. El tema es ¿cómo hace Rono para necesitar un break si no sólo que su rutina no es agobiante, sino que ni siquiera tiene una rutina? Existe tal cosa como el burnout por no hacer nada? Existe tal cosa como el querer hacer algo que uno no sabe qué es, aunque eso implique agotar recursos que uno ni siquiera sabe que tiene?

Son muchas las preguntas. Muy pocas las respuestas. Este, por ejemplo, podría ser el último post de acá a otros seis meses. O no. Quizás sea la reapertura de un espacio que supo despertar sensaciones placenteras. Un espacio de reflexión acerca de cosas de las cuales nadie tiene ganas de reflexionar. O quizás simplemente sea otra movida más de Rono en busca de algo que algunos llaman felicidad y Rono conoce como Dove de chocolate con ganache.

jueves, 13 de mayo de 2010

Declaración de Principios



Regresa MondoRono luego de una lesión en el centro motivacional. No había grandes razones para postear, excepto alguna desaventura en Salta producto de uno de los hábitos más nefastos de Rono, la automedicación. De cualquier manera, dos posts seguidos acerca de desaventuras en lugares remotos de la Argentina no sonaban muy convincentes. Y el tiempo fue pasando.

Hoy vuelve el futbol a MondoRono. “Cómo?””Pero si todavía no termina ninguna liga, ni la Libertadores, ni la Champions!””Un post por la pedorra lista de 30?”. No, señores, nada de eso. Hoy faltan 30 días para el debut argentino en el Mundial. Faltan 30 días para el 12 de junio, cuando Argentina se pare frente a Nigeria, casi local en Johannesburg, para comenzar otra aventura.

El comienzo de un Mundial no es un hito menor. Mucho menos lo es el debut de nuestra selección. Sin embargo, este debut, este Mundial, esta aventura son distintos. Claro, todos los Mundiales son diferentes, pero no es por esa obviedad. En este Mundial vuelve a estar presente, esta vez desde un lugar diferente, el nombre del futbol. Desde 1994, el Mundial vuelve a tener al nombre de “Maradona” como uno de los ingredientes fundamentales de su receta.

Es cierto, este Maradona, el de la cancha para afuera, el del buzo largo, parece un mortal más. Se equivoca como loco, no es coherente en sus “movidas”, derrocha energías en batallas que no ganan guerras y sobre todo, no enamora. Y la desazón es aun mayor tratándose de la conducción de un grupo cuasi galáctico de jugadores de élite.

A pesar de todo esto, hay en el ambiente cierta cautela a la hora de enviar al gordito de Fiorito al paredón. No fueron pocos los que en el 82, 86, 90 y 94, pero sobre todo en el 86, decían “no se puede cargar el solo el equipo al hombro” “Es un gordito falopero” “Juegan solo sus amigos” y demás. Casi todos se equivocaron. Es cierto, no ganamos cuatro mundiales. Argentina no pasó a ser el “scratch”. Sólo consiguió una cosa, un sencillo logro, una cosita así nomás: el respeto de los rivales.

Se fue de la selección, se retiró, lo retiraron y en sólo 16 años, la Argentina pasó a ser uno más. Dos sextos puestos y una rápida eliminación en primera fase fue todo lo que dejó un ciclo marcado por palabras como “orden”, “disciplina”, “planificación”. Ninguna de esas palabras caló hondo porque la palabra que sobrevuela cualquier otra es HIPOCRESIA. Si somos una nación que detesta al orden, que hace alarde de su indisciplina y que se jacta de logros conseguidos sin planificación alguna, por qué ir a contramano?

Por todo esto, por más que a muchos les pese, a la selección volvió la coherencia. No precisamente por haber sido coherente contratar a Diego de la manera que se lo contrató, sino por responder a la historia de un país que no necesita tener una selección “prolija” como la de Holanda o Dinamarca, sino una selección a pura tripa. A puro huevo.

Esto último garantiza algo que el orden no? Seguro que no. O mejor dicho, sí, nos pone en sintonía con nuestros valores más arraigados. La salida fácil, el quilombo, la inconsistencia, la incapacidad de resistir el famoso “archivo”. Es decir, esta selección – por fin! – representa lo que somos como nación.

Y la paradoja más grande es que a esta selección le va a ir bien. Le va a ir muy bien. Porque no tiene el apoyo de todos y es ahí, en las duras, en las difíciles, en esas que parecen epopeyas, donde el argentino saca lo mejor de sí. Y quién más que el más grande de todos para conseguir toda la gloria una vez más y mandarnos a todo el resto de los mortales a que la sigamos chupando.

Suerte Diego. Suerte Lio (Dios culé de acá a la eternidad!). Suerte muchachos. Todos la tenemos adentro, pero sólo un grupo sabe que es el precio que hay que pagar para poder festejar a lo loco. Y si la suerte no acompaña, al menos moriremos en la nuestra y no con el pelo corto al pedo ó llorando como boludos con un jogging por arriba de la panza.

Ahora, si los astros se llegan a alinear, no digan que Rono no les avisó.

jueves, 18 de marzo de 2010

PODRIA SER PEOR. ¿SEGURO?


Termina un largo día de trabajo. Te vas a dormir cansado, luego de haber volado, aterrizado casi sacando un pie fuera del avión para poder salir más rápido. Te estaban esperando. Llegaste corriendo.

Trabajas hasta tarde en la tarde, pero te vas a dormir tranquilo porque el otro día, al comenzar en la misma ciudad, debería ser bastante más tranquilo. ¿Seguro, no?

Suena el despertador a las seis y media. No importa. Estabas despierto desde antes de las seis por culpa de una tormenta eléctrica muy intensa. Por suerte – o no – no te despierta el gallo de planta baja, como les pasa a muchos otros. Tu habitación está en el cuarto piso, pero por más que el gallo tuviera pulmones de acero y garganta de aluminio, los truenos lo silencian todo.

6.35. Bajas a desayunar con la ropa del día anterior. Una práctica inconcebible para alguien que reniega de vestirse una sola vez al día, imaginate dos. Volvés de desayunar dispuesto al uso de todos los artefactos del baño. Nunca juntos ni al mismo tiempo. Cuando terminás la “fase 1” de tu proyecto “una horita fácil en el baño” se corta la luz. No hay luces de emergencia. Te quedan por delante la ducha, la afeitada y hacer la valija. Ya sabés que te perdés el reporte de Confesore por TN.

7.20. Entrás a la ducha sintiendo lo mismo que un integrante de los Murciélagos. Te enjabonás lo que suponés que enjabonas y, sobre todo, enjuagas lo que supones que enjuagas. La toalla hará el resto.

7.25. Te ponés espuma de afeitar en un área de tu cuerpo considerablemente mayor que la que hubieras “espumado” si hubiera luz (te das cuenta de esto recién en el ascensor, cuando encontrás bastante espuma de afeitar en el cuello, pero medio cerca de la nuca). Te afeitas sin cortarte. Es decir, como el culo porque dejás un 12% de la cara con la barba de Sayid. Horrible.

7.40. Hacés la peor valija de tu vida. (Cuando vuelve la luz y la ves, pensás que la armó Paris Hilton después de una partuza con dos sobrevivientes haitianos hambrientos y cagados de sed).

8.00. Te vas a laburar. Llegas ocho y cuarto pensando que los que van a pasar el día de laburo con vos llegan 9 menos cuarto. Error. La mitad de ellos te espera desde las 7.50 (momento en que hacías la peor valija de tu vida) y te lo hacen saber.

8.16. Se te cagan de risa cuando escuchan tu historia y encuentran más restos de espuma de afeitar en tu cuello/nuca.

17.05. Llegas al aeropuerto. Estás solo en el mostrador para hacer check-in. Tu vuelo no sale hasta las 7 menos cuarto. El personal de la aerolínea tiene mucho tiempo para dedicarte. Parte de su dedicación los lleva a sacar la conclusión de que tu valija – mal hecha, aunque nunca detectable desde el exterior de la misma – pesa demasiado. Volvés a mirar tu valija porque, hasta donde recordabas, tiene el tamaño de una caja de zapatos, solo que con una manija y dos rueditas. Te preguntás en qué momento del día pasaste por al lado de un sorete y te olvidaste de pisarlo. El personal de la aerolínea te da una bolsita para que guardes la compu. Guardas la compu, el cargador, el mouse y el pen drive y ahora la valija pesa lo suficientemente poco como para poder ir en la cabina del avión y no en bodega. La cara de la señorita que te facilitó la bolsita la delata. Sabe que lo que acaba de hacer no tiene sentido. Acaba de separar un bulto en dos, cuya suma de sus respectivos pesos es idéntica al peso del bulto original (la valija de Paris Hilton). Llama al supervisor / jefe / encargado. El tipo pone caras y carotas. Lo querés putear, pero sabés que el padre de tu ahijada lo conoce bien. Te la morfás como un duque (nunca supe qué es hacer algo como un duque).

18.53. Subís a un avión al que se suben también 17 pasajeros (sos freak y los contaste) con valijas más voluminosas e inconvenientes para llevar en la cabina de un avión que la de Paris Hilton. Es más, 4 de ellas se parecen a la que hubiera usado la heredera de la cadena hotelera.

18.55. Tenés 19E. Como es un MD, ya sabés que es ventana. Llegás a la fila 19 y encontrás a un flaco sentado en tu asiento. Te mira y le decís “discúlpame estás en mi asiento”. El 19C está libre porque él está sentado en el 19E. El tipo del 19B, fracasado inservible hijo de mil putas ojalá leas esto y te busques una vida para dejar de ocuparte de las enfermedades de las otras personas, te dice “uy, cuánto lío”. No decís nada, aunque tu cara, a esa altura ya dice lo que hay que decir. El del 19C, hasta ese momento sentado en 19E, lee tu cara y salta por encima del pobre tipo del 19D para reubicarse. Cuando se para en el pasillo, sin decir una sola palabra, mirás a los ojos al del 19B (pelotudo del orto!) y al del 19C (lento a pesar de su doctorado y su puesto en el Ministerio de Educación) y apoyás tu dedo índice derecho en el diagrama dibujado inmediatamente debajo del compartimiento de equipaje que ilustra claramente que E es ventana (tiene el dibujo) y C es pasillo (tiene el dibujo). Gracias McDonnell Douglas por hacer un grafiquito para oligofrénicos que nadie lee.

20.15. Llegás a aeroparque en medio de una tormenta furiosa. El vuelo a Mendoza anterior al tuyo (20.35, el tuyo es el de las 21.40) está embarcando. Le preguntás al personal de la aerolínea (colegas de la chica de la bolsita) si está lleno. Te dicen que sí, obvio.

21.10. Llega la hora de comenzar el embarque de tu vuelo.

21.12. Se cierra Aeroparque. Tormenta demasiado eléctrica como para permitir la recarga de combustibles en pista.

22.40. Tu aerolínea te avisa que tu vuelo parte 23.30. “No está tan mal” pensás.

23.15. Tu aerolínea te avisa que tu vuelo se canceló. Buscate la valija – la de Paris Hilton – que no tenés con vos gracias a la chica de la bolsita, andá a que te den un nuevo boarding para “algún vuelo de mañana” y un voucher para hotel.

00.10 del día siguiente. Personal de la aerolínea te informa que vas al hotel Quilmes. No te suena, pero a esa hora no estás para hacer un repaso mental de los hoteles que conocés. Cualquier cosa que no se llame Hilton te parece nueva.

00.40. Subís a un bondi con otros 27 pasajeros.

00.54. Cuando el bondi agarra la 9 de julio sur rumbo a autopista la plata y a tu derecha se empieza a ver la cancha de Boca te das cuenta que el hotel Quilmes no te sonaba porque queda en …(sí adivinaron) en Quilmes.

01.33. Llegas al hotel “Ciudad de Qulmes”.

06.12. Dejás el hotel “Ciudad de Quilmes”. No, pará!. De 01.34 a 04.00 no hiciste más que escuchar reggaetón porque enfrente de tu hotel hay una fiesta (un miércoles a la noche) y tu habitación está en un primer piso y…sí, adivinaron otra vez (cómo estamos hoy, eh?!), da a la calle.

07.05. Pagás los 150 mangos de remise Quilmes – Aeroparque.

07.10. Personal de la aerolínea, colega de la chica de la bolsita, te paga los 150 mangos de remise Quilmes – Aeroparque.

07.50. Terminás tu desayuno pagado con un voucher de la aerolínea. Tu desayuno es notoriamente peor que el de la gente que lo paga con plata propia y no con los impuestos de doña Rosa. Tu vuelo es a las 08.45, por lo que en un rato deberías embarcar.

08.22. Te avisan que tu vuelo está demorado y que sale 09.40. Por suerte, tenés la compu, la que se pasó casi 12 horas en la bolsita, como para matar el tiempo y escribir esto. Podría haber sido peor, no?

viernes, 12 de febrero de 2010

Indescifrable




Y una noche como cualquier otra se da el siguiente diálogo:

- "A mí me preocupa un poco el tema de la comida porque no puede comer cualquier cosa, no?"
- "Queeeé? Nooooo! Mi vieja cena criollitas con paté"

Unas horas más tarde se da el siguiente diálogo, a saber:

- "Disculpe, de qué están hechas las supremas?"
- "¿....?Hmmm, de pechuga"
- "Ah no, si no son de pata no las como"

domingo, 31 de enero de 2010

Un mes particular en un lugar particular




Hoy es 31 de enero. A este mes le quedan unas 6 horas de vida. Es más, en ciertos lugares, a esta hora, ya es febrero. Es mi primer post del mes. No es casualidad. Digo, no es casual que el único post del mes llegue el 31. Es a propósito. Es "a drede" como se dice por este lado del globo.


Precisamente de este lado del globo quiero hablar. No soy ajeno. No soy extranjero. A pesar de todo, a veces me siento raro. Me siento encerrado en un lugar sin rejas. Pero no me dura ni un minuto. Miro al costado y la gente me parece presa e inmediatamente me siento mejor. Es raro. No suelo conformarme por comparación con otros. Sin embargo, ciertas experiencias son irreversibles y uno queda marcado para siempre.


Qué sentido tiene escribir acerca de esto? Hacia dónde va este post? No sé. Me senté a escribir a partir de una idea no nueva, pero sobre la cual rara vez reflexionamos: por qué en Argentina no se hace nada en enero? Será porque durante el año trabajamos más? "Ja! Muy bueno, ahora contate uno de suegras!" No, claro que no es por eso que nos pasamos un mes mirando al cielo, con los ojos cerrados, esperando un color que lo único que nos asegura es un cáncer doloroso.


Será porque en enero hace demasiado calor? No parece más que el de un julio en Irak, Egipto ó nuestra más cercana España. Sin embargo, ellos vacacionan mucho más espartanamente.


Será que nuestras leyes o nuestra historia nos obliga a hacerlo? No parece venir por ese lado tampoco. Si de costumbres fuertes se trata, México sólo se compara con Argentina en esto de tirar por la borda un mes entero, aunque en el caso de ellos, sí hay razones más históricas de fondo y no lo hacen en enero, sino en diciembre y sólo la primera semana de enero, basándose en feriados super arraigados que disparan "puente" tras "puente" tras "puente", una suerte de sucesión interminable de borracheras que anestesia a un país que no precisamente sobresale por la rapidez de mentes.


Pero los argentos, rapiditos y todo, no parecemos muy enojados con esto de perder un mes, más bien todo lo contrario. Es más, es curioso como los argentos expatriados, muy a pesar de cuanto jefe, mentor, director y cuanto personaje tenga alguna autoridad sobre ellos, también adoptan esta postura y viajan a la Argentina por unas vacaciones (del frío) muchos más largas de lo que aquellas cabecitas boreales podrían recomendar.


Lo más curioso de todo esto es, desde mi modesto punto de vista, que si bien a Argentina no le vendría mal un toque más de empeño (en promedio) a la hora de encarar laburos de cualquier índole, esto de tomarse un "sabático" después de 335 días de rutina parece hasta hacer bien.


Y mirá si después de todo, después de tanta holgazanería e improductividad, esto que no sé que es no termina siendo la razón por la que tantos optamos por estar y tantos otros del Norte se sienten como se sienten a pesar de estar donde están. No entendiste? Hmmm, puede ser que estés necesitando unas vacaciones.