viernes, 16 de enero de 2009

Born to be wild (por qué volvemos los que volvemos)



Muchos recordarán mi primer post “en serio” (Por qué nos fuimos los que nos fuimos). Detrás de ese post hay una media docena de años de probar, pensar, trabajar, sufrir y cosechar una infinidad de cosas que hacen al “irse” una experiencia inigualable.

Ahora llega el momento de volver y otra vez empiezan las preguntas. Y acá las respuestas son menos naturales todavía. Implican renuncias de varios tipos. Renuncias que muchos no entienden. Renuncias a cuestiones que representan tranquilidad, comfort, seguridad.

Y uno también se pregunta. Y duda. Dudamos. Nos planteamos escenarios. Los cambiamos. Nos ponemos tristes y los escenarios se ven atractivos. Nos alegramos y los escenarios aparecen más sórdidos e impredecibles. En las buenas nos cuesta el cambio. “Si vas ganando no cambies” dicen los gurús del deporte.

Y ahí uno se empieza a preguntar. ¿Qué es ganar? ¿Se puede ganar algo cuando uno no se enfrenta a nada ni nadie? Si se pudiera, ¿sería algo para festejar?

Entonces, entre tanto planteo, uno trata de ponerse más simplista y busca razones menos complejas. Y en lo simple, en lo cotidiano, en lo básico aparecen los sentimientos y los afectos. Esos que condimentan la vida y la hacen digerible. Y en muchos casos, como en el caso de Rono, aparece el lado salvaje también. La parte de uno que no se puede domesticar.

Y para ese hambre de emociones, qué mejor desafío que esta América Latina de hoy en día!? Un lugar con miles de cosas para hacer, aunque sin reglas, sin valores, sin moral. La tierra del sálvese quién pueda.

Lo que nos preguntamos los que volvemos es quién necesita más reglas, más valores y más moral en el lugar donde mejor se vive, donde no se conoce la guerra, el racismo ni los demás problemas del mundo del Norte. En el Sur, bien al Sur, el futbol es ley y no hace falta más que un asado para olvidar los nuevos viejos problemas de este mundo tan globalizado.

Y los demás, los del Norte, que sigan decidiendo por nosotros. Que así y todo nos las arreglamos bastante bien.

4 comentarios:

Los Alexander dijo...

Whoa! Estas volviendo? Todavia estoy pensando en tu otro post:
Por que volvemos los que nos fuimos.
Re-cortito- yo se y siempre senti que lo unico que nos llevamos cuando morimos, son las experiencias y el conociemiento que logramos mientras aprendiamos, y por supuesto la apreciacion del ser humano, aqui y en China...por decir...
Es dificil para mi tener mi corazon en los dos lugares, y por eso volvimos, porque llego un momento en que dinero y trabajo empezaron a ser mas importantes que la vida familiar y el tiempo que compartiamos juntos. Y muchas razones mas-
Aqui en este pais que tiene tanto para ofrecer estamos disfrutando lo que la Felicidad significa, la vida Familiar y con amigos y por supuesto-Futbol y asadito. Igual tenemos que volver (mi esposo y mi hijo son de ahi y la familia esta ahi tambien) y... es parte de la vida que decidimos juntos.
La experiencia que ganastes en el Norte como vos lo llamastes, es tuya, toda, y nadie nunca te podra quitar eso...
Che me puse re profunda...menos mal que dije re cortito...
Tania.

Rono dijo...

Gracias Tania. Se entiende el sentimiento ambiguo porque es compartido.
No es poco el miedo y la incertidumbre (más allá de que Juli ya está trabajando en BUE), pero también hay ganas de más familia y amigos.
Aunque para ser 200% honestos, es justo aclarar que si la bendita Green Card se digna a aparecer, volveremos al Norte en menos de lo que me dura un alfajorcito de maizena en la mano :)

Anónimo dijo...

Uh, qué temita éste. Como no puedo resumir, porque esto me está pasando ya, pero ya-ya, te diría que, por arriba, me pasa algo diferente:

1. Me fui porque quería viajar, no por laburo, ni por crisis, no por ná.
2. me quedé porque me sentía muy bien, libre, dueño de mi vida, lejos de opiniones y de presiones. Y, no, no extrañé ni el asado, ni el fútbol, ni nada muy argentino. Tanto que lo que era se fue disolviendo, y hoy me siento un apátrida.
3. Me fui (a Santiago de Chile si todo sale bien) porque la ciudad ya no me daba nada nuevo, para seguir conociendo (concuerdo con Tania en lo de las experiencias), no por laburo, no por volver. Y, ahora, la sensación es de pérdida, de que dejé en BCN cosas que adoro, gente que adoro. No veo el lado tanguero aún, quizás porque muchas cosas de la Argentina me rompen las pelotas lo indecible.

Y ahí estoy. Como poco sé que mi historia no es la típica de emigrante que se fue por laburo y volvió contento. Yo me fui llorando, y me vine llorando.

Xavi.

Rono dijo...

Mi amigo Xavi, concuerdo, como ya te podrás imaginar, en todo.
Lo único que puedo agregar es que quizás la salida (o la entrada) al problema "de piel" que tenemos con ARG pase por rodearnos de gente que justifique la estadía, pero no desde lo romántico, como si fuera una expresión de deseo y nada más, sino desde lo operativo, desde la cuestiones inimaginables como la rutina.
Lo que sí que es insalvable es la sensación de que si no volvés para buscar algo puntual, y laburas para conseguirlo, la ARG no te ofrece nada que te haga olvidar lo anterior. Lo bueno es que siempre nos podemos volver a ir :)