viernes, 28 de noviembre de 2008

...gracias por dejarme dar gracias



…Y llegó Thanksgiving. El feriado con más tradición en este país. Ese fin de semana largo que si no tenés familión o 3 lucas para despilfarrar en un viaje con aeropuertos atestados de gente anciana y adolescentes es una sucesión interminable de horas bajo cero, con todo cerrado, gente borracha por la calle y una cantidad inadmisible de publicidad acerca de ofertas que no son tales, a horas del día donde, si lo fueran, no justificarían el sacrificio (Nota: para los no informados, el Black Friday – hoy, el día siguiente a Thanksgiving – es cuando se registran los récords anuales de venta minorista a partir de que los comerciantes abren a horas tipo dos de la mañana y no cierran hasta la misma hora del sábado. Por lo general, las cuatro o cinco primeras horas suelen tener “ofertones”).

Esta descripción encaja perfectamente con mi experiencia previa, es decir la de los 5 días de Acción de Gracias previos a ayer, es decir de 2003 a 2007. Por una razón o por otra, o quizás simplemente porque soy extranjero y “los de afuera son de palo”, nunca viví esta fiesta como corresponde.

Este año me volvió a tocar pasarla solo por lo que el pronóstico de vivir una experiencia distinta a las cinco anteriores no era para nada alentador. Hasta que el jueves de la semana pasada algo pareció cambiar cuando mi amigo Norm, aquel de los sabios consejos de golf, me llamó para invitarme a celebrar este día junto a su familia. Mi respuesta, en cualquier de los cinco años anteriores, hubiera sido negativa. No puedo explicar acá, sin ocupar 40 líneas más porqué, pero hubiera dicho no.

Este año es distinto. No sé si es porque ya vengo de salida, medio con una pata afuera, pero tenía ganas de intentarlo y su invitación llegó en el momento justo. Además, no se trata de extraños, o al menos, no en su totalidad.

Al llegar al lugar de reunión, me encontré con la primera sorpresa: no había ningún sweater con pinos. Incluso lamenté no tener uno porque era una de mis expectativas previas. Encontrar gente con sweaters con pinos. De cualquier manera, tampoco fue tal la sorpresa. Los Smythe, la familia en la cual Norm es el hermano mayor, el más grande de 5, no son tan convencionales. Como dice Juli “Norm es raro”.

Allí estaban, papá y mamá (los abuelos), Norm (soltero) y Kate (su pareja) y los otros tres hermanos, con sus mujeres y dos hijos cada uno. Este era el primer año sin John, el hermano que falleció a fines del año pasado.

Tengo que confesar que por alguna extraña razón, en ningún momento me sentí incómodo, sobre todo teniendo en cuenta que se trataba de una reunión donde no sólo era el único extraño (en varios sentidos), sino que todos los demás asistentes compartían algún lazo sanguíneo.

La comida (lo más importante) estuvo lista unos minutos antes de las cuatro, justo cuando se estaba empezando a poner el sol, por lo que encender velas pasó de ser un cliché a una necesidad. Cuando estuvimos todos sentados a la mesa, la familia se tomó de las manos y luego de una brevísima canción que interpretaron los seis chicos (cinco, en realidad porque Aubrey es una gorda con cachetes que solo tiene 11 meses), todos se tomaron su tiempo para dar gracias por algo. Cuando llegó mi turno simplemente les agradecí a ellos por dejarme violar su intimidad.

Y para cuando terminaba la comida y ya todos estaban disfrutando de las tortas y tartas (pies) – es decir yo estaba en un estado extático difícil de explicar sin esa crema chantilly delante de mí – los papás, los abuelos, les hicieron a sus hijos un regalo con sabor a compromiso que estuvo lleno de emoción por parte de todos. Los papás de Norm cumplen 50 años de casados en Febrero así que les regalaron la invitación – con el dinero que supuestamente van a gastar – para que los visiten y celebren juntos ese día. Ellos, así como toda persona que se precia de tener alguna inteligencia, no pasan el invierno aquí, sino que se van al Golfo de México por 5 meses.

Y como no van a estar para Navidad, inmediatamente después de eso, empezó otro ritual, que fue el de entregarle a los seis nietos los regalos de Navidad. Empezaron por la más chiquita y siguieron en orden hasta el sexto nieto y repitieron la vuelta tres veces más, hasta que los chicos ya no recordaban cuál había sido el primer regalo y el lugar está recubierto de papel de regalo y moños que los dos perros se encargaron de masticar durante un largo rato.

Y así terminó mi primer (y probablemente) último día de Acción de Gracias en “América”. Con un pavo idéntico al de la foto, sin sweaters con pinos, pero sintiéndome un poco más satisfecho por haber finalmente entendido que si bien los panfletos y los dos millones de avisos publicitarios son parte del feriado, la gente – en su mayoría – realmente celebra otra cosa, algo bastante más cercano a lo que yo entiendo por celebrar y compartiendo un momento agradable como aquellos momentos que uno tanto añora.

2 comentarios:

Los Alexander dijo...

Rono me haces reir, y al mismo tiempo te pusistes medio espiritual.
Yo siempre digo: Thanksgiving es el unico dia en donde esta permitido ser Gloton...entonces- Happy Gluttony Day!

Rono dijo...

Fue mi humilde homenaje dedicado a todos aquellos como ustedes que añoran el calor del hogar (y el frío de la puerta para afuera :))